En los últimos años se ha multiplicado la presencia de personas influyentes en nuestro entorno. Personas que, gracias a su conocimiento, posición o popularidad, han conseguido ser referentes e influir en las acciones y toma de decisiones de otros individuos. Todo ello, a través de las redes sociales.
Este ecosistema se ha convertido en un altavoz innegable de nuestra realidad. Si un influencer elogia una marca, tendencia o producto, tendemos a pensar que es bueno, y viceversa.
Precisamente, según datos de Influence Weekly, el 63% de los consumidores confían más en lo que dicen los influencers que las propias marcas, mientras que, por otro lado, el 72% de los consumidores reconoce haber comprado alguna vez un producto que han visto promocionado en Instagram.
Así pues, en el mundo de la comunicación, contar con el apoyo de un altavoz influyente dota de credibilidad y multiplica el alcance de tu mensaje. Pero cuidado, también se puede convertir en un arma de doble filo.
La credibilidad del mensaje
En las actuales redes sociales, convertidas en escaparates digitales, se ha dibujado una línea muy fina entre lo que es contenido creíble y contenido puramente publicitario. Puede ocurrir que, debido a contratos con marcas para la creación de contenido, el influencer hable sin conocimiento de temáticas que desconoce o que se alejan de su público.
Un influencer cuyo contenido suele ser belleza o tendencias de moda o maquillaje, podría llegar a un acuerdo comercial con marcas especializadas en temas médicos, de salud, nutrición… Asuntos muy delicados, que requieren de especialistas, pero que en sus manos generarían mensajes erróneos o de calado en el público equivocado.
Así, todo el esfuerzo invertido por una empresa o marca para hacer que una información o mensaje concreto cale y llegue al consumidor, puede perder toda credibilidad si se escogen lo canales e interlocutores equivocados para transmitir el mensaje.
Es cierto que muchos influencers tienen, incluso, más alcance que los propios medios de comunicación, pero el público, en general, sabe diferenciar en qué casos una información es el resultado de una relación comercial y en cuales se trata de una opinión objetiva y real.
El reto de los profesionales de la comunicación
En este escenario, la labor de los profesionales de la comunicación recae en recuperar la credibilidad que se ha ido perdiendo en los últimos años precisamente con la irrupción de este tipo de perfiles y canales.
Elegir correctamente el mensaje a transmitir es relevante, pero resulta igualmente importante saber discernir qué canal es el más adecuado para el mismo, de modo que no se pierda credibilidad o impacto por el camino.
El desafío de los profesionales de la comunicación es apuntar hacia aquellos altavoces que sean capaces de hacer llegar al público las bondades de una marca de manera adecuada, sin caer en opiniones movidas por intereses comerciales.
La sinceridad es un aspecto que se premia en las redes sociales. El público no quiere recibir mensajes vacíos y despersonalizados, así que la responsabilidad del influencer, así como de los profesionales de la comunicación, será transmitir el mensaje adecuado, a través del el canal más propicio y para el público correcto.